Tres años
- traberitea
- 19 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Todas las evidencias que hemos leído sobre desarrollo temprano convergen en señalar que durante los mil primeros días se produce una revolución fundamental. En mil días suceden tantas cosas que parece imposible que pasen tan rápido. Nuestros bebés han aprendido lo más importante en muy poquito tiempo. Te encantaría conocerlos.
Diego dice que ya no es un bebé y nos recuerda que hay que ponerse las gafas para la tele.
María aprendió a decir pompas el otro jueves. Un día nos contará un cuento.
Pablo dice que sí con la cabeza, y se ríe tanto con el globo que se nos olvida que estamos trabajando.
Marta baila con su abuela en el salón, y ha decidido que este año en el pesebre es mejor poner a Olaf.

Más de mil días y seguimos sin tener ni idea de qué hacer con toda esta ausencia. No parece que vaya a confirmarse aquello de que con el tiempo dolería menos. Es que era una hipótesis bastante contraintuitiva; cómo iba a doler menos si cada vez son más días sin ti.
Se nos acumulan las cosas que contarte, de algunos artículos, de decisiones sin salida, y, sobre todo, de esos agujeritos de la vida que no sabemos llenar.
También querríamos compartir contigo las buenas noticias. Llegaron las mejores, las que permiten asentar nuestras raíces. No necesitamos más.
Como dice Bea, por increíble que parezca seguimos siendo capaces de fabricar cariño todos los septiembres (y en febrero también, cuando hace falta). La suerte es que nadie se va nunca del todo.
Cada día me enseñan qué significa la Generosidad, cuando no se puede decidir, y hoy, que sé que no van a soltarme de la mano.
Hemos plantado un montón de semillas y el árbol sigue creciendo. Gracias por ayudarnos a seguir regándolo.
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