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Explicaba hace unos días Mercedes, citando a Carlos Castilla del Pino, que: No hay muerte si no hay olvido1.
Es tan cierto. Sigues aquí: en tus textos; en la brújula de tus modos de hacer; en tu empeño por elegir el camino correcto, aunque fuera el más largo; en el agradecimiento cuando nos abren las puertas de sus casas y volvemos más sabias (y mira que con las tres mosqueteras es ya muy difícil); en cada bienvenida; en las respuestas, y en las preguntas… La admiración, intacta, seguras de que ya no puede crecer más.
Y, de pronto, llega una experiencia de vida que nos enseña que eras mucho más fuerte y más valiente de lo que ya sabíamos. ¿Cómo pudiste? ¿Cómo podías con todo, y aun con todo, sonreías?
Ojalá hubiera dependido de tu empeño. Ojalá estuvieras aquí para enseñarnos que todo eso no era lo más importante. Tú lo sabías: la vida y los cuidados en el centro. Enarbolando la esperanza siempre.
1. Castilla del Pino, C. (2011). Aflorismos. Pensamientos póstumos. Tusquets.