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Mamá, Papá, ¿Me cantáis algo?

Actualizado: 31 mar 2020


Estos días están siendo muy diferentes para todos. Adultos y niños hemos modificado nuestras rutinas: ya no vamos al cole ni al trabajo; no podemos ir al parque o quedar con los abuelos; pasamos todo el día en casa y preocupados por todo lo que está sucediendo. Esto puede hacer que el estrés de todos en la familia aumente, incluido el de los más pequeños de la casa. Calmar a los más peques no siempre es fácil, por eso en Traberitea os queríamos contar los resultados de un estudio muy interesante que han escrito Laura Cirelli y Sandra Trehub. Estas autoras, igual que nuestro equipo siguen los primeros meses de vida de niños y niñas, para comprender mejor el desarrollo; y saber más sobre cómo potenciarlo. Lo podéis leer aquí. Los adultos muy a menudo recurrimos a la música para regular nuestro estado de ánimo. Nos animamos poniendo la canción más positiva posible camino del trabajo; nos relajamos casi universalmente con la banda sonora de Amelie; o nos distraemos de los ruidos del tren con algunas de nuestras canciones favoritas.

Los más pequeños también pueden regular su activación a través de la música; pero en este caso a través de la música que les cantan sus madres y padres: las nanas a la hora de dormir; incy wincy la araña cuando estamos jugando; los cinco lobitos durante el cambio de pañal… Las canciones de juego como baby shark hacen que los peques se rían y se animen (que aumente su activación), mientras que las nanas, como esta en gallego, hacen que se relajen (que disminuya su activación). Es decir, a través de las canciones que cantamos a nuestros bebés podemos ayudar a regular su estado de ánimo y su activación.


Parece que cantar a nuestros peques tiene casi super poderes y sin embargo solemos hablarles mucho más de lo que les cantamos. Pero ¿qué es más efectivo para tranquilizarles cuando están nerviosos? ¿Hablar o cantar?


Cirelli y Trehub decidieron responder a esta pregunta y grabaron a 140 madres y padres de niños y niñas de 8 y 10 meses, intentando tranquilizar a sus bebés cuando estos estaban llorando. Les grabaron en tres ocasiones distintas y les pidieron que en cada una de esas veces usaran una estrategia distinta para que se calmaran: cantando la canción favorita de su bebé, cantando una canción cualquiera o hablándoles.


Lo que se encontraron es que en general cantar ayudaba a tranquilizar a los bebés mejor que hablar. En concreto cantar su canción favorita era la mejor forma de que los bebés dejasen de llorar. Los niños miraban mucho más a sus padres y madres cuando estos cantaban, respecto a cuando les hablaban. Encontraron además que en respuesta al canto materno o paterno, los peques sonreían más y mostraban menos conductas de malestar, que cuando sólo les hablaban. En su estudio parecía incluso que los propios padres y madres sonreían más mientras cantaban.


Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué los niños reaccionaban mejor al canto que al habla? Trainor y Cirelli nos cuentan que siempre que cantamos una canción lo hacemos de una forma muy parecida: el mismo tono, la misma letra, la misma velocidad… Nuestra forma de cantar está muy ritualizada, lo que sumado a que las canciones tienen una naturaleza muy regular y llena de repeticiones, hace que sean más sencillas de memorizar. No ocurre lo mismo con el habla. Cuando hablamos cada vez decimos algo distinto, el contenido va cambiando.


Los bebés incluso desde antes de empezar a hablar o a comprender el lenguaje, demuestran tener memoria para recordar las melodías que han escuchado. Las autoras nos cuentan que el hecho de que los bebés sean capaces de recordar y reconozcan su canción favorita mientras están llorando, les ayuda a reducir su malestar porque vinculan la interpretación de esa canción, a los sentimientos de placer de experiencias previas que recuerdan. Es decir, al escuchar “Pin Pon era un muñeco” se acuerden de lo a gusto que suelen estar cuando su madre les canta esa canción durante el baño y eso regula su comportamiento.


Este efecto tranquilizador del canto materno se ha encontrado incluso en bebés sometidos a una situación tan estresante como la hospitalización.


Pero cantar y hacer música con nuestros bebés tiene más beneficios además de ayudar a tranquilizarlos: un impacto positivo en su desarrollo comunicativo, mejora del sentimiento de autoeficacia de los cuidadores e incluso el vínculo entre cuidador y niño.


Así que… ¿A qué esperamos para empezar a cantar? ¡Música maestro!




El artículo sobre el que hablamos en este post es:

Cirelli, L. K., & Trehub, S. E. (2020). Familiar songs reduce infant distress. Developmental psychology.

Otros artículos a los que se hace referencia:

-Sobre la memoria musical: Trainor, L. J., Wu, L., & Tsang, C. D. (2004). Long‐term memory for music: Infants remember tempo and timbre. Developmental science, 7(3), 289-296.


-Sobre el canto en prematuros: Filippa, M., Devouche, E., Arioni, C., Imberty, M., & Gratier, M. (2013). Live maternal speech and singing have beneficial effects on hospitalized preterm infants. Acta Paediatrica, 102(10), 1017-1020.


-Sobre el desarrollo comunicativo y las interacciones musicales: Gerry, D., Unrau, A., & Trainor, L. J. (2012). Active music classes in infancy enhance musical, communicative and social development. Developmental science, 15(3), 398-407.



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