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Felicidades hoy y cada día, a vosotras, mamás

  • Foto del escritor: traberitea
    traberitea
  • 7 may 2017
  • 3 Min. de lectura

A las que les cambió la vida el mismo día en el que le salieron dos rayas al predictor. A las que se pasaron medio embarazo vomitando y el otro medio con ardores. A las que engordaron 20 kilos y no encontraban postura en la que vivir. A las que disfrutaron de las bondades de la epidural y a las que sufrieron una a una las contracciones de la muerte. A las que se dieron cuenta que parir un niño no las convertía en madres y supieron ganárselo dia a dia. A las que les crecieron los hijos en el vientre y a las que les crecieron en el corazón. A las que le entregaron un bebé al que no tenían muy claro cómo mantener con vida. A las que se emocionaron junto al padre cuando la habitación del hospital por fin se quedó vacía. A las que llenaron la casa de cachivaches que en realidad no servían para nada. A las que tenían miedo de no hacerlo bien. A las que cambiaron las noches de juerga por las noches de insomnio. A las que aprendieron a cambiar pañales a la velocidad del rayo. A las que dejó de importarles llevar la camisa con manchas de leche y otras sustancias innombrables. A las que llenaron el armario de peleles. A las que se metieron por primera vez en una cocina para hacer un puré. A las que aprendieron a hacer malabarismos para sobrellevar los cambios. A las que lloraron de desesperación y estrés. A las que acogieron como propios los hijos ajenos. A las que se emocionaron en el espectáculo de Navidad del cole y rieron como locas viendo a sus polluelos bailar. A las que mandan vídeos de sus niños por whatsapp. A las que cambiaron las pelis por Canal Disney y Clan. A las que perdieron la vergüenza y el ridículo para arrancar una sonrisa. A las que cantan a voz en grito por la calle. A las que cuentan mil cuentos cada noche. A las que llevan el bolso hasta arriba de envoltorios de chicles y restos de gusanitos. A las que han hecho de Caillou y Dora nuevos miembros de la familia. A las que se inventan historias de princesas valientes y piratas a la entrada del médico. A las que cada noche sortean juguetes por el suelo y se los clavan en la planta de los pies. A las que no disfrutan de un baño en solitario desde el 2000 y se resignan a una ducha rodeada de muñecos de goma. A las que gritan como locas en plena calle para que los niños no se acerquen a la carretera. A las que se despiertan en la noche para comprobar que siguen respirando. A las que tienen plaza fija en el pediatra. A las que se levantan veinte veces de la mesa para atender a la prole. A las que se emocionan cuando les abrazan unos bracitos rechonchos y les acarician unas manos pegajosas. A las que echan de menos la libertad y apenas pasan una noche fuera, gastan la batería del móvil. A las que fueron escrupulosas y ahora no hay mejor manera de despertarlas que con un beso baboso. A las que se quejan de la mala vida maternal y planean cuándo buscar otro. A las que tienen la espalda destrozada y siguen jugando a los caballitos. A las que organizan fiestas sorpresa de cumpleaños. A las que juegan al escondite pasados los 30...y los 40. A las que se derriten con una mirada somnolienta y una sonrisa de dientes de leche. Y en definitiva a todas aquellas, que acumulan ojeras, estrés, mala vida y un montón de momentos maravillosos que son los que hacen que, efectivamente, todo este trajín merezca la pena. ¡Felicidades mamás!

(Texto de https://hijanohaymasqueuna.blogspot.com.es)


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